Investigación & Desarrollo
Por Jaime Rozas , 2 de agosto de 2021

Estudio advierte que industria salmonera debe considerar riesgos climáticos y capacidad de carga para ser más sustentable

Centro de cultivo en el fiordo Comau, la zona más afectada por mortalidades masivas en marzo y abril. Foto: Diario Acuícola (referencial).
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Publicación científica aborda potencial relación entre cambio climático y alta concentración productiva de salmones en floraciones algales nocivas, por lo que sugiere la necesidad de un enfoque ecosistémico y precautorio para el desarrollo de la actividad.

El bloom de algas que ocurrió hace cuatro meses en el fiordo Comau, y que dejó alrededor de cinco mil toneladas de salmones muertos y consecuencias ambientales relevantes, pudo haber sido una historia más acotada y sin las repercusiones que tuvo, si autoridades e industria hubieran podido actuar ante las advertencias hecha por científicos en 2020 sobre lo altamente expuesto que está el fiordo ante floraciones algales nocivas.

Así lo plantea el estudio Scientific warnings could help to reduce farmed salmon mortality due to harmful algal blooms (“Advertencias científicas podrían reducir la mortalidad de los salmones en granjas de cultivo por floraciones algales nocivas”), publicado esta última semana en la revista Marine Policy.

El trabajo discute sobre la urgencia de integrar en forma más sistemática la capacidad predictiva científica y el análisis de riesgo en la regulación y toma de decisiones relacionadas a este sector productivo. 

“Esto lo anticipamos”, dice Doris Soto, investigadora del Centro INCAR de la Universidad de Concepción y coautora del trabajo, al hablar sobre el episodio en el fiordo Comau que volvió a poner sobre la mesa el impacto ambiental de la industria salmonera.

La científica se refiere a dos estudios previos: el primero fue publicado en 2020 por un grupo importante de científicos chilenos donde se propone un enfoque más ecosistémico a la gestión de la salmonicultura y donde se realizó un análisis de riesgo preliminar comparativo de eutrofización de cuerpos de agua que se usan para la producción de salmones. 

En ese análisis, el fiordo Comau aparecía con nivel de riesgo más alto dada una menor tasa de recambio de sus aguas, condiciones de bajo oxígeno en el fondo y una importante producción de salmones acumulada en la última década, lo cual ha ingresado una cantidad de nutrientes no despreciable a este ecosistema. 

Un segundo estudio de 2020, un análisis de riesgo frente al cambio climático (ARClim) propiciado por el Ministerio de Medio Ambiente, que entre otros parámetros considera las proyecciones de reducción de precipitaciones en la Patagonia norte y la pre existencia de FAN, también señaló a este fiordo y otros con niveles más altos de riesgo frente a este tipo de fenómenos. 

En dicha investigación —además del fiordo Comau— también se identificaron como lugares de mayor riesgo para la industria salmonera el estuario y seno de Reloncaví por el norte, y los fiordos Puyuhuapi, Quitralco y Cupquelan en la Región de Aysén. 

“También el enfoque ecosistémico”, dice la Dra. Soto, enfatizando en que la industria y el regulador tienen ante sí una gran oportunidad de evolucionar hacia una producción que entiende sus efectos en el ambiente y no solo se preocupa de su operación e impactos en el entorno de los centros de cultivo.

Nutrientes en el ecosistema

¿Por qué se produjo esta floración algal nociva (FAN) y la muerte de los peces? 

En el nuevo estudio publicado, los investigadores indican que una floración algal se produce por una combinación de variables a menudo difíciles de predecir y abordar. A nivel ambiental, por ejemplo, la reducción de agua dulce que ingresa a los fiordos producto de la falta de precipitaciones genera una tasa de recambio de agua más lenta. Además, un mayor número de días sin lluvia con cielos más despejados incrementan la cantidad de luz que acelera la fotosíntesis de las microalgas.

Pero lo que los autores postulan es que si bien ciertas condiciones climáticas suelen provocar estos florecimientos, su ubicación, extensión espacial y prevalencia puede ser determinada por la disponibilidad de nutrientes, por ejemplo, de nitrógeno. 

Y en un ambiente como Comau la salmonicultura sería el factor más importante en ingreso de nutrientes al ecosistema a través de fecas y excreción de los peces, nutrientes que se depositan en los fondos marinos y/o que se procesan en la columna de agua por parte de las cadenas tróficas naturales. 

“Sorprendentemente, existen muy pocos estudios de campo que aborden directamente el papel de estos nutrientes sobre las floraciones algales nocivas", advierten en la publicación, por lo que plantean que no se puede seguir desconociendo su potencial relevancia y es urgente abordar este tema.

“Puede volver a pasar”

El Dr. René Garreaud, investigador en dinámica del clima y coautor del estudio, explica que las condiciones climáticas vistas en las regiones de Los Lagos y Aysén el verano recién pasado responden a una significativa tendencia a la sequía durante las últimas tres a cuatro décadas en esta zona, la que se ha atribuido en gran parte a la tendencia del Modo Anular Sur (SAM, por su sigla en inglés) hacia su fase positiva, lo que, a su vez, se debe al aumento de los gases de efecto invernadero en la troposfera y al agotamiento del ozono en la estratosfera polar. 

El científico explica que cuando variaciones naturales como El Niño se superponen a esta tendencia de largo plazo se producen sequias muy intensas como la ocurrida el año 2016. 

“Es muy probable que veamos un mayor número de estos eventos extremos —dice Garreaud— a consecuencia del cambio climático que ya está en curso”. 

El Dr. Jorge León, por su parte, agrega que la evidencia sobre los factores climáticos mencionados y su potencial ocurrencia futura con resultados similares es sólida, en este caso apoyado por la historia de descarga de agua dulce del río Puelo al estuario de Reloncaví, como modelo.

Mientras que el Dr. Renato Quiñones, otro de los autores de la publicación, dice que si bien falta mucho camino por recorrer, la capacidad predictiva actual de este tipo de fenómenos “es algo que las autoridades y la industria en general deben tener en consideración” a la hora de diseñar y proyectar el desarrollo de la industria. 

El investigador sostiene que existe una necesidad urgente de centrarse más en la capacidad de carga de los cuerpos de agua que albergan la actividad, lo que permitirá una mejor comprensión del papel de los nutrientes de la acuicultura en la aparición de FAN. 

“Si conocemos mejor o tenemos al menos indicadores de la capacidad de carga de los ecosistemas donde se autoriza la instalación de los centros de cultivo, podríamos determinar cuánta producción es razonable instalar ahí”, apunta.

Deficiencias y recomendaciones

En la publicación, los investigadores también advierten que pese a que la industria nacional es el segundo productor mundial después de Noruega, el actual sistema chileno de evaluación de impacto ambiental (SEIA) no considera el transporte potencial de nutrientes particulados, materia orgánica, más allá de las jaulas de peces a partes más profundas de los fiordos y canales donde no se realizan evaluaciones ambientales permanentes. 

“La producción máxima permitida por área y por cuerpo de agua”, explica la Dra. Soto, “debe responder a indicadores de la salud del ecosistema, más allá de los efectos en la proximidad de las granjas individuales”. 

La investigadora agrega que el destino de los nutrientes disueltos es aún menos conocido: “La distribución espacial de la producción de salmón debe responder a criterios de riesgo y oportunidad, pero considerando los riesgos para todo el ecosistema, así como los riesgos para la propia actividad”.

Entre sus recomendaciones, los autores sostienen que la confianza de la predicción de riesgo aumentará con mejor información, por lo que es urgente diseñar y/o mejorar sistemas de monitoreo atmosférico, oceanográfico y biológico permanentes que sirvan para mejorar el entendimiento de interacciones complejas entre clima y ecosistemas, y faciliten la alerta temprana, cuyo diseño e intensidad debe responder a los riesgos estimados para diferentes cuerpos de agua. 

En el caso de zonas con alta intensidad de cultivo de salmones —como por ejemplo el seno y estuario de Reloncaví, y varios ambientes en Chiloé continental e insular—, sostienen que es fundamental implementar áreas marinas protegidas para poder evaluar permanentemente y separar los impactos generados por la variabilidad climática de los originados por actividades antropogénicas directas como la acuicultura, ya que en la actualidad no se puede separar los  efectos de cambio climático de efectos de la salmonicultura por que prácticamente no hay cuerpos de agua comparables sin cultivos de salmón. 

“El seguimiento de este tipo de ecosistemas de referencia es fundamental para comprender mejor el efecto climático en las FAN”, enfatiza la Dra. Soto. “lo cual es extremadamente relevante para diseñar medidas de adaptación ante la variabilidad climática y el cambio climático”.

Un resumen del trabajo —en inglés— se puede encontrar en el siguiente enlace:

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