Columna de Opinión
Por Jaime Rozas , 30 de junio de 2021Caletas artesanales en la Región de Los Lagos: ¿qué falta para convertirlas en polos de desarrollo?
"Una caleta pesquera artesanal debería convertirse en un foco de crecimiento con un desarrollo integral y armónico en su territorio y comunidad aledaña [...] pero la mayoría de las caletas de nuestra región no pueden hacerlo solas".
La Ley 21027 de 2017 —mejor conocida como Ley de Caletas— define a la caleta artesanal o caleta como "una unidad productiva, económica, social y cultural ubicada en un área geográfica delimitada, en la cual se desarrollan labores propias de la actividad pesquera artesanal y otras relacionadas directa o indirectamente con ella".
La normativa también indica que las organizaciones de pescadores artesanales, operativas y en funcionamiento, a las cuales se les haya asignado una caleta pesquera para su administración —es decir, hayan firmado un convenio de uso por 30 años con el Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura—, podrán realizar "todas aquellas labores vinculadas con el desarrollo de actividades pesqueras extractivas y de transformación, de pesca recreativa, de acuicultura y otras actividades productivas, comerciales o de apoyo relacionadas directa o indirectamente con las antes mencionadas", las que deberán ser contenidas en un plan de administración.
Las caletas con una administración definida, por su parte, deben autofinanciarse y poder cubrir los costos de servicios básicos, de personal, de mantención de obras menores y otros gastos. Entre estos, deben poder co-financiar proyectos de mejoramiento, de fomento productivo u otros.
Esto implica que sus administraciones deben establecer un tarifario por los distintos servicios entregados a sus usuarios, como estadía y/o aprovisionamiento de embarcaciones, derecho a transferir recursos pesqueros en muelles o explanadas, uso de varaderos y estacionamientos, entre otros, lo que la mayoría de las veces es bien recibida por sus usuarios, aunque en otras no tanto, siendo esto último un tema conflictivo que debe trabajarse con estos.
Caletas en nuestra región
A nivel nacional, hay 465 caletas en la nómina oficial (DS 240/98 y modificaciones posteriores) y al menos otros 80 puntos aún no reconocidos oficialmente, lo que nos daría un total aproximado de 545 caletas. En nuestra Región de Los Lagos hay identificadas a la fecha unas 230 caletas, es decir, la participación de Los Lagos a nivel nacional superaría el 42 %.
Con respecto a la participación de embarcaciones y pescadores artesanales inscritos en el Registro Pesquero Artesanal a junio del presente año, se indican unas 118 144 embarcaciones, de las cuales 37 344 (31,6 %) se ubican en nuestra región sin contar aquella flota que inscrita en otra región operan en nuestras aguas. Algo, similar ocurre con la fuerza laboral de la pesca artesanal: de un total nacional de 94 560 pescadores inscritos, 34 018 (36 %) los tenemos trabajando aquí, en la Región de Los Lagos.
Las mujeres en la pesca artesanal, en tanto, están en todas las categorías: son armadoras, buzos, asistentes, pescadoras y/o recolectoras de orilla, Y es en este último ámbito donde generalmente predominan.
Suelen ser jefas de hogar, educando y criando a sus hijos, mientras cada día —si las condiciones climáticas o la marea lo permiten— arrancan al mar sus recursos para sacar adelante a la familia, varias de ellas continúan agregando valor a estos, haciendo conservas, empanadas, congelados u otras elaboraciones, que elaboran en su propia cocina y venden a clientes ya cautivos, el desafío es tratar de formalizar la actividad especialmente en las zonas rurales.
Con nuestras 12 151 mujeres, en Los Lagos tenemos más del 52 % de las mujeres inscritas en el RPA a nivel nacional, y de las cuales el 91,1 % son recolectoras de orilla. De ahí la importancia de instancias público-privada como la recientemente creada Mesa Mujeres en la Pesca Artesanal de nuestra Región, y que a partir de esta se gestionen estrategias que las potencien y fortalezcan, mejorando sus condiciones de trabajo, agregando valor, innovando y/o capacitándose.
En nuestra región, además, más del 85 % de las caletas son rurales, algunas continentales, otras insulares, y con una gran diversidad: desde caletas bentónicas cuya principal orientación productiva es la extracción o recolección de recursos como locos, jaibas y piures, hasta caletas pelágicas o demersales según estén orientadas a la pesca de merluzas, sardinas, reinetas, etc. También hay caletas algueras o caletas mixtas, con gran diversidad del tipo de recursos.
Aquí en Los Lagos, solo el 33,9 % de las caletas que cuentan con infraestructura portuaria, es decir, tienen muelle, rampa, boxes, servicios básicos, entre otras facilidades. El restante 66,1 % de las caletas, en tanto, son un punto en el mapa, un lugar donde los pescadores fondean a medio, varan embarcaciones y desembarcan en la playa, con algunos riesgos de seguridad en su operación, caletas que tienen ganas de crecer, caletas con potenciales turísticos, gastronómicos, de riqueza cultural o patrimonial a las cuales le falta el empujón.
¿Y cuál empujón? Aquel que una facilidad portuaria marítima para embarcar con seguridad otorga, o aquel que una infraestructura terrestre entrega, como locales de venta, con condiciones sanitarias reconocidas que permitan comprar recursos recién salidos de la mar, por ejemplo. Los requerimientos de infraestructura portuaria, ya sea marítima o terrestre, los entrega finalmente, la orientación productiva de la caleta junto a la visión de futuro que tienen sus pescadores y pescadoras, una visión que debe ser aterrizada por lo demás, acorde a las potencialidades que tiene la caleta y su entorno.
¿Qué falta entonces para que sean un verdadero polo de desarrollo?
Una caleta pesquera artesanal debería convertirse en un foco de crecimiento con un desarrollo integral y armónico en su territorio y comunidad aledaña, con capital social y humano fortalecido, diversificada productivamente, con infraestructura acorde a los recursos desembarcados y otras actividades que en ella se desarrollen, y en conformidad con los requerimientos de sus clientes y mercados, con respeto por su medio ambiente y recursos pesqueros, con ejecución de una gestión administrativa, operativa y con aplicación de estrategias sostenibles en el tiempo que garanticen su autosustentabilidad social, económica y ambiental, como por ejemplo el ampliar el uso de ERNC que las hagan más amigables ambientalmente.
Pero la mayoría de las caletas de nuestra región no pueden hacerlo solas, requieren que sean apoyadas en varios ámbitos, entre estos:
- Regularización de las caletas que no están en la nómina oficial, y otras que, si lo están, pero que de igual forma requieren de soporte técnico y financiamiento para definir líneas de playa, polígonos de la caleta, para formulación de planes de administración y planes de contingencia, que la Ley de Caletas mandata aplicar.
- Proveerlas de facilidades portuarias acordes a los requerimientos de las actividades productivas que en ella de desarrollan, de sus clientes y mercados. Es decir, puede que no todas necesiten obras portuarias de grandes dimensiones, sino que a veces, una rampa o una buena explanada de trabajo, servicios básicos como agua potable y/o energía eléctrica, y boxes son los requeridos.
- Apoyo en la comercialización de sus recursos y hacerlas más competitivas, que ha sido siempre uno de los mayores desafíos, agudizado actualmente a causa de la pandemia ya que han disminuido el desembarque y los precios a pagar al pescador. Entonces el objetivo de siempre es que los recursos pesqueros tengan un precio más justo con los pescadores y pescadoras, disminuyendo canales intermediarios, mejorando las condiciones sanitarias de las caletas y puntos de venta, utilizando plataformas o tecnologías de la información y la comunicación que hagan más visible la oferta de la pesca artesanal… aquella que haga que la frase “del mar directamente a su mesa” sea una realidad.
- Elaborar y financiar planes estratégicos de desarrollo con escalamiento productivo, que contribuya a mejores sus ingresos, las jornadas y condiciones de trabajo, con precios más justos contribuirían a mejorar la calidad de vida del pescador, su entorno familiar y de la serie de actividades que giran en torno a la pesca artesanal, tales como proveedores de insumos, provisiones, talleres varios, manipuladoras, encarnadoras, reparadores de aparejos de pesca, ferreterías, entre otras.
La ley plantea que las organizaciones administradoras desarrollen una mejor gestión productiva y comercial de las caletas pesqueras artesanales, como asimismo, promuevan nuevos negocios asociados o complementarios a su actividad tradicional contribuyendo al logro de una mayor sustentabilidad y a reducir el esfuerzo que se realiza sobre los recursos pesqueros que estas explotan al generar nuevas alternativas de ingreso económico para los(as) pescadores(as) artesanales y sus familias.
Esta meta requerirá que se generen programas que fortalezcan el capital social y humano presente en la caleta, fortalecer la capacidad dirigencial con visión empresarial, con entrega de herramientas que los capaciten y que les permitan también elaborar planes estratégicos de desarrollo para cada caleta o territorios de caletas con apoyo profesional. Vital será el aporte del Estado o de Gobierno Regional en cuanto a entregar fondos que permitan financiar iniciativas productivas, de fomento, comerciales, de innovación por ejemplo, que contribuyan a rentabilizar las caletas en el futuro con miras siempre a su autosustentabilidad económica, a la mantención de la infraestructura entregada en convenio, y que contribuyan también al logro de algunos de los objetivos del desarrollo sostenible, como a la generación de empleo, el trabajo decente, el cuidado de los océanos.
*Ingeniero en Acuicultura, especialista pesquero, Fundación Chinquihue.