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Por Jaime Rozas , 9 de noviembre de 2020

Carlos Odebret: "Esta es la primera vez que existe una crisis por demanda"

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El presidente de la Asociación de Productores de Salmón y Trucha de Magallanes cumplió en octubre un año en el cargo. En esta entrevista habla sobre Magallanes, de la pandemia, de la crisis en los mercados del salmón y de otros temas relacionados con el sector.

Cuando Carlos Odebret asumió en los primeros días octubre de 2019 la presidencia de la Asociación de Productores de Salmon y Trucha de Magallanes, sabía que tenía muchos desafíos por delante. Sin embargo, el ingeniero comercial no se imaginaba —en realidad nadie lo podía prever— que Chile y el mundo estaban a punto de cambiar.

Primero fue el estallido social de octubre, a pocos días de que asumiera el cargo. Y cinco meses después, en marzo, la pandemia de covid-19, que hoy tiene a la salmonicultura nacional frente a un inédito desplome de la demanda de salmón. Pero si se trata de crisis en la industria salmonera, Odebret ya contaba con experiencia para asumir justo en el momento que se avecinaba: como gerente general de SalmonChile hace más de una década, le tocó conducir al sector durante el terremoto sanitario y social que provocó el virus ISA.

Hoy la pandemia continúa, y Chile, además de convivir con una plaga mortal, también está inserto en un itinerario político con el cual pretende cambiar su Constitución. Dos hechos que, con mayor o menor fuerza, han repercutido en la industria salmonera nacional y que obligan al presidente de los productores de Magallanes a enfrentar nuevamente como dirigente un complejo escenario para la salmonicultura.

En 40 minutos de conversación telefónica, Carlos Odebret conversó con Diario Acuícola sobre su primer año al mando de la Asociación, de la industria en la región austral, de la crisis actual de mercados, del covid-19 y de otros temas contingentes. La entrevista que se reproduce a continuación es una versión condensada y editada para una mayor claridad.

 

—¿Cómo ha sido este primer año al mando de la asociación?

—Hace un año, cuando asumí la Asociación, estábamos a unos días del estallido social. Aún no ocurría, pero teníamos una agenda muy nutrida. Estaba el bullado caso de Nova Austral, la situación de un proyecto de ley que apostaba, y que aún está en trámite, a reducir la vigencia de las concesiones en la región y una fuerte campaña por parte de las ONG en contra de la industria. Nos encontramos en octubre con un estallido social que alteró el estado político del país. La violencia durante ese periodo fue muy dura en todas las regiones, incluyendo en Punta Arenas, y a partir del mes marzo muy rápidamente nos encontramos con la pandemia, que estableció todas las restricciones que ya conocemos.

—Justo le tocó un año muy complejo. Hace un año nadie pensó todo lo que iba a venir.

—Para nada. Ha tocado finalmente a todo el mundo navegar en este nuevo escenario, donde el contacto físico, por ejemplo, es más complejo, pero sí es más simple el contacto digital. Logramos durante este periodo terminar una estrategia en el gremio, que ya está definida. Se ha consolidado también el directorio. Cambiamos el directorio el mismo mes de octubre, prácticamente en su totalidad. En paralelo, venía un conjunto de inversiones en la región, algunas de esas ya inauguradas, como la planta Entrevientos, y otras en proceso de construcción, como la planta de Australis en Puerto Natales. Entonces sin duda ha sido un año en que, por una parte, se ha navegado en la contingencia, pero también se van consolidando los factores que van a determinar la competitividad de la industria del salmón en Magallanes en los próximos años. Al mismo tiempo, hemos logrado mantener condiciones sanitarias óptimas en la región, lo que le da también este factor de competitividad.

—A pesar todo, ¿estás conforme con este primer año de trabajo?

—Sí... o sea, me parece un año que ha sido muy difícil para todos, no solamente para la industria. Para todo el mundo ha sido un periodo muy complicado, que va desde las complejidades económicas, hasta la vida de las personas ya que la situación de la pandemia ha invadido de tristeza muchos hogares. Entonces sí, es un año complicado, muy difícil, pero al menos las bases del largo plazo se siguen asentando, se siguen construyendo para que una vez que pase este periodo oscuro, podamos renacer con una industria que llene de oportunidades a Magallanes, y al mismo tiempo permita un desarrollo sostenible de la propia industria y, por qué no, de la región también.

 

Pandemia y mercados

—Cómo están hoy en Magallanes en relación con la pandemia?

—La tasa de contagios, desde hace dos semanas, ha venido bajando. Los casos positivos pasaron del orden de 200 casos que existieron en el peak, y hoy estamos en el orden de 60 casos diarios, por lo tanto, hay una curva descendente de la tasa de contagios en la región.

—¿Que tan compleja ha sido la operación de la industria? ¿Qué tan duro ha golpeado la pandemia?

—Nosotros tenemos una operación mixta de gente. Trabajan 3500 personas de manera directa. De esas 3500, aproximadamente 500 viajan a la región desde otras partes del país. Entonces lo primero y más importante tenía que ver con reducir el riesgo de contagio de esas personas, que puedan llevar el virus. Por supuesto a cada uno de los trabajadores se les aplicaba el PCR para evitar que lleguen positivos. El turno que normalmente se trabaja, que es de 14x14, cambió a 21x21, lo que implicó un esfuerzo adicional por parte de los trabajadores, a quienes hay que agradecerles, y también cambios importantes en las formas de poder operar. Las cosechas también se retrasaron, entonces eso significó sacar peces de mar de peso mayor, y claro, la condición sanitaria en la región nos permite también para poder seguir cultivando esos peces, pero eso también tiene efectos en las plantas. Entonces sí, hemos tenido una continuidad operativa, pero con restricciones.

—Los precios del salmón han bajado considerablemente debido a la pandemia. El caso de China también ha sido particularmente preocupante. ¿Cómo ves esa situación? Sin duda que los retornos hoy no son los que quisiera tener la industria.

—Lo que pasa es que hay cosas que se pueden controlar y otras no. En este caso, la de los mercados es una de las más difíciles de controlar. Las distintas restricciones en los distintos países, y al mismo tiempo nuestra importante composición del consumo, a través del canal Horeca (hoteles, restaurantes, catering), evidentemente genera y ha generado esta complejidad que, bueno, es tan temporal como sea el virus. Sin embargo, también hay ciertas luces que uno empieza a observar, y que uno tiene también que imaginárselas en el mediano plazo, cómo se proyectan. Por ejemplo, el aumento del consumo a través del canal de venta minorista, que ha ido creciendo. Si bien no logra compensar la totalidad del canal Horeca, ha tenido un crecimiento significativo en tan poco tiempo, a través de la venta y uso de plataformas online y la llegada directa al consumidor. Si eso uno lo proyecta en el tiempo, lo que uno puede observar va a ser un crecimiento en la demanda, porque cuando se reactive el canal Horeca, probablemente vamos a volver a tener esas tasas de consumo que teníamos en el pasado, que se van a agregar a la nueva forma de comercializar. En el caso de China, la cosa es un poco distinta. Hay un problema de confianza del consumidor, que entiendo yo, otras organizaciones gremiales y otros actores están haciendo un trabajo para poder compensar esa situación, y claro, eso se revertirá en el tiempo.

—Pero si la situación global se mantiene tal como está, sin luces de una pronta recuperación, tal como estamos ahora en realidad, ¿cuánto tiempo más podría seguir la industria tal como está? ¿Tiene una espalda fuerte para aguantar?

—Seguramente cada empresa tendrá una situación particular. Habrá que evaluar empresa a empresa. Y por supuesto a todos los golpea. Hay algunos que pueden aguantar mejor el golpe que otros. Eso se evaluará caso a caso. Sin embargo, las bases, los cimientos de competitividad del sector se mantienen ahí estáticas, están presentes. Es una actividad que va a permanecer en el tiempo. Y por otro lado, uno también puede observar que la capacidad de adaptación que tiene este sector y de resguardarse sin duda lo permiten, especialmente luego de dos o tres años que fueron buenos para la industria, que le permitió consolidarse.

—¿Diría que la industria ha pasado por peores momentos? ¿Y eso la hace que hoy esté mejor preparada?

—Yo creo que este es un caso distinto de crisis. Las crisis en general que ha tenido la industria han sido por razones sanitarias, es decir, problemas de oferta si lo quieres colocar desde el punto de vista del mercado. Hemos tenido crisis también por problemas de oferta, es decir un exceso de oferta en los mercados que ha bajado los precios. Y esta es la primera vez que existe una crisis por demanda. Entonces es una crisis distinta que, cuando uno empieza a mirar la capacidad de adaptación del sector, la capacidad de poder adecuarse a este nuevo consumidor, hay algunas luces de cómo se pudiese manejar.

 

Industria en Magallanes

—A comienzos de octubre un grupo de premios nacionales de Magallanes escribió una columna de opinión en donde ponen en cuestión el desarrollo actual de la región. Uno de los puntos del texto específicamente critica el aporte de la salmonicultura en la zona. Si usted vio el texto, ¿qué opinión tiene de lo que dijeron ellos acerca del aporte de la industria?

—Vi la columna. Cuando uno hace un juicio, todo puede tener sentido, independiente del cargo que uno ostenta o el título que uno pueda conseguir. Pero los datos dan cuenta de cosas distintas. Por una parte, lo que ellos plantean tiene que ver con cómo se imaginan el desarrollo de Magallanes, y cuál podría ser, desde su perspectiva, el mejor desarrollo para Magallanes. Nosotros coincidimos con eso, creemos que el mejor desarrollo es aquel que tiene la mayor mixtura y la mayor cantidad de opciones para las personas de la región. Mientras más opciones tengan las personas para encontrar empleo, para poder reconvertirse frente a una crisis como la que estamos viviendo ahora, siempre es mucho mejor tener más y mejores opciones de desarrollo. En el futuro viene el hidrógeno verde, Magallanes está apostando por eso. Está el tema del desarrollo de las áreas silvestres protegidas y el turismo detrás de eso. Está la pesca, está el turismo de aventura, y está también la salmonicultura. Hoy día la salmonicultura representa el 27 % de las exportaciones regionales, genera empleo directo a alrededor de 3500 personas, más el empleo indirecto. Ha ido generando un clúster que le ha ido dando también oportunidades a pequeños emprendedores. Yo estoy más bien del lado de los que quieren que haya más y mejor, más que del lado de quienes no quieren que existan otras opciones y creen que las personas tienen que guiarse por solamente algunas oportunidades, y que esas queden en manos de algunos pocos.

—¿Cree esa opinión de los académicos representa a la mayoría de la gente de Magallanes?

—No lo sé. Yo converso con todos. Cuando uno mira a Magallanes, es la región más grande de Chile, con múltiples oportunidades. Es una región con identidad, con gente que cree en su región, con gente que defiende a su región, y con gente también que quiere oportunidades de distinto tipo. Y yo no creo en estas ideas de mermar las oportunidades a las personas. Yo creo que es más bien lo contrario, hay que potenciarlas. Y sí creo que la mayor parte de la gente de Magallanes quiere más y mejores oportunidades.

 

Institucionalidad

—¿Qué opinión tiene del proyecto de traspaso del sector acuícola-pesquero al Ministerio de Agricultura?

—Lo primero: qué bueno que a nivel parlamentario y a nivel de gobierno se esté discutiendo una institucionalidad ad hoc para el sector pesquero y el sector acuícola. Qué duda cabe de que nuestro sector, particularmente la acuicultura y la salmonicultura, no ha estado precisamente en la parte alta —aún con un crecimiento y su desarrollo— de la institucionalidad que merece un sector que está hoy día, en cierto modo, levantando y manteniendo una economía importante en el sur de Chile. Por lo tanto, muy buena noticia eso. Lo segundo: tiene un parte interesante la discusión de si pertenece o no al Ministerio de agricultura, que tiene que ver con el posicionamiento de los productos de nuestro país. Desde la perspectiva del mundo suena muy interesante avanzar en el desarrollo de un país como potencia alimentaria, y eso tiene harto sentido para avanzar junto con el Ministerio de Agricultura. Sin embargo, desde el punto de vista de la pertinencia y competencias específicas que pueda tener el Ministerio de Agricultura, y qué tan relevante para la agricultura va a ser la acuicultura y la pesca, es un elemento que evidentemente genera tensiones y genera una discusión. Por una parte algunos impulsan la idea de creación de un Ministerio del Mar, que es una inspiración por parte de muchos y que a mi juicio tiene harto sentido también. Por lo tanto, se va a requerir de un debate, y lo más importante ahora creo yo es que ese debate pueda continuar incluso con todos los cambios que se vienen en el futuro, con un conjunto de elecciones que vienen de aquí en adelante, elección de alcaldes, gobernadores, en el proceso de descentralización en que estamos hoy día, la conversación sobre la constitución… Ojalá que el debate sobre la institucionalidad que merece el sector pesquero-acuícola se preserve y se continúe, más allá de una posición en particular.

—¿Está a favor de un Ministerio del Mar?

—A mí me parece que el Ministerio del Mar sería una muy buena alternativa para el país, qué duda cabe. Ahora, si eso es mejor que el Ministerio de Agricultura, será parte del debate y del análisis. No me atrevo a decir qué es mejor o qué es peor. De nuevo, no tiene que ver solamente con el ministerio o el caparazón sobre la cual se desenvuelve, sino también sobre el contenido, sobre las leyes que lo dictaminan. A veces incluso el cruce de competencias entre distintos servicios y entre distintas instituciones, la duplicidad de regulación, son elementos que requieren tener discusión, que son parte del contenido, y no necesariamente de la estructura.

—El 25 de octubre Chile votó a favor de cambiar su constitución, uno hito extremadamente importante para el país. ¿Cómo vez que debe posicionarse la industria salmonera ante este nuevo escenario? Estamos en un proceso de cambios profundos, y la industria salmonera es un sector muy grande, muy importante para Chile, con múltiples desafíos y materias por resolver. Ante este nuevo escenario, ¿tiene algo que decir la industria?

—Por lo menos lo que veo yo, una parte mayoritaria, abrumadoramente mayoritaria de la población del país, considera que es importante sentarse a discutir sobre una nueva forma de ver el país. A mi parece que es una muy buena noticia. Lo primero y más importante acá es que luego del plebiscito del 25 de octubre ganó la democracia por sobre la violencia, por sobre las actuaciones agresivas que vimos durante varios meses el año pasado. Lo segundo, es que se inicia un proceso de un profundo debate sobre distintas miradas del país. Y ese debate, por supuesto, la industria es parte de él. La industria es parte del desarrollo de una parte importante del sur del país. No nos olvidemos que en los ochenta y noventa había gente que emigraba a otros lugares en búsqueda de nuevas oportunidades. Ahora encontramos un sur de Chile que atrae a personas de otras partes del país. Las personas esperan una nueva forma de entender su forma de convivir, o cómo aspirar a la felicidad. Y en este nuevo proceso, la industria va a ser importante desde el punto de vista del desarrollo, porque no puede haber un desarrollo social sin tener el desarrollo productivo. Se necesita generación de ingreso, se necesita generación de empleo, se necesita que las personas tengan un trabajo estable, bueno, positivo para poder desarrollarse. Entonces es difícil poder imaginarse que los conceptos de desarrollo, de crecimiento y evolución productiva, de productividad, de competitividad, queden fuera de una discusión constitucional. Yo creo que es parte necesaria de esa discusión. Y yo creo que en ese sentido la industria tiene un rol.

—¿Y cómo puede la industria aprovechar este momento para que el sector plantee sus ideas? ¿Hay ideas concretas?

—Yo creo que todavía falta. Aún falta la elección de los constituyentes, aún falta discutir y darle profundidad a cada uno de los distintos elementos que se van a discutir. Pero aquí lo relevante es que, más allá de la particularidad del sector, lo relevante es que uno no puede olvidar que este país, y particularmente nuestro sur, ha tenido un desarrollo importante, y por lo tanto hay que rescatar aquellas cosas que han permitido generar ese desarrollo, y encontrar cosas nuevas que puedan dar un nuevo impulso al desarrollo económico del sur de Chile. Por supuesto, más todas las otras variables que están en discusión y que son tan importantes, que tienen que ver con las pensiones, con la salud, con derechos. Todos esos elementos tienen que ser parte de la discusión, pero tampoco uno puede olvidar la conversación sobre productividad y los elementos que permiten que la productividad ocurra, como por ejemplo el derecho a la propiedad privada. Es un elemento central y sustancial de cualquier tipo de actividad, personal incluso. El derecho de la propiedad privada es un elemento que nosotros esperamos, por lo menos desde nuestra perspectiva, se resguarde y se cuide.

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